Una vez más apareció esta cuestión en una sesión de acompañamiento esta semana.
‘Todas las respuestas que necesitas están dentro de ti’, le respondí; te voy a mostrar cómo buscar en tu interior. Y guie a la persona para que pudiera entrar en contacto con esa parte dentro de ella que habla desde su verdad, la propia, la que está alineada con su esencia, y llegó desde dentro la respuesta que necesitaba.
“Todo lo que existe está disponible para apoyarte” fue el mensaje que recibió.
¿Te sirve? Le pregunté. Sí, ahora estoy en paz. Se ha calmado la duda que me inquietaba, he comprendido.
Hacernos responsables de atender nuestras necesidades no es incompatible con pedir ayuda, más bien casi lo contrario. Porque cuando soy capaz de reconocer qué necesito en cada momento, puedo valorar cuál es la mejor forma de atenderlo. Solo si me permito expresar (quitar presión) con claridad qué necesidades tengo, voy a lograr hacerme cargo, darme atención. Y en ocasiones atender las necesidades propias pasa por pedir y recibir ayuda o apoyo externo, por compartir, por ser vista o por ser abrazada…
No hace tanto que vivíamos en tribu. Mi cuerpo aún tiene memoria de ello. Y la vuelta a la comunidad, al apoyo mutuo, es tan saludable como necesario en este momento, para una sociedad que ha sobrevalorado el ‘yo puedo sola, solo’ y que con frecuencia nos lleva a una interpretación (mejor solo/a) que pulsa por la separación y fomenta el aislamiento.
Somos seres relacionales; evolucionamos y nos conocemos a través de las relaciones, el otro es un espejo en el que verme. Y reconocernos en nuestra vulnerabilidad es realmente una fortaleza; hay que tener coraje para ‘pedir’ y para ‘recibir’, sin duda.
En el camino del autoconocimiento, se convierte en una maestría esta danza que va fluyendo hacia el equilibrio entre atender yo misma lo que necesito y pedir o recibir lo que me llega de fuera y que me ayuda y apoya en mi camino.
Y en este punto me brota mencionar la importancia de contar con un ‘espacio seguro’ en el que pueda darse la magia: para ser vulnerables, para expresar desde el corazón, para permitirnos pedir y abrirnos a recibir, sin miedo y con confianza.
Qué importante cultivar relaciones de presencia en las que la amistad y el amor se traduzcan en escucha amorosa y abrazos incondicionales; qué importante buscar la ayuda profesional precisa que nos brinde apoyo y sostén cuando lo necesitamos.
Encontrar esa mirada externa que te permite ver más allá de la confusión y de la pérdida; que te ayuda a elevarte y conectar con la que yo llamo una ‘visión de águila’; esa que te abre a una realidad mayor, en la que puede entrar el aire cuando sientes que te asfixias; que te hace encontrar una salida inesperada, ver un principio allí donde parecía estar aconteciendo solo un final.
En los momentos difíciles y decisivos que me ha tocado vivir siempre encontré la ayuda que necesitaba, y quiero dar las gracias a quiénes, con su mirada profesional y experiencia, me regalaron un enfoque diferente que me permitió ver con ojos nuevos la realidad de caos que estaba viviendo.
También me agradezco mi propio compromiso conmigo, el ser capaz de acoger las caídas como invitaciones a levantarme con más fuerza y estar decidida a continuar caminando siempre, recibiendo con gratitud todo el apoyo que me llega.
Y gracias de corazón especialmente a los ‘aliados de poder‘, que para mí son esos seres que te regalan el reflejo de verte y aceptarte completamente, incluso en los momentos en los que tú te ves por partes, separada y hasta insuficiente.
Benditos todos los espejos amorosos y nítidos que se convierten en faro y nos alumbran en los momentos de oscuridad.
Si quieres hacer un cambio en tu vida, yo puedo ser ese espejo ‘nítido’ y profesional que te devuelva la mejor imagen de ti, que te muestre tus propias alas, para que tu mejor versión pueda expresarse. Cuenta conmigo.
Un cálido abrazo,