SENTIR EL CUERPO POR DENTRO es sentir la energía en el cuerpo.
A mí es una experiencia que me trae paz, que me permite encontrarme con el Silencio que soy. Una inmersión en lo profundo de mí desde la sencillez del gesto que es la entrega, el permiso y la intención.
Así que me propongo compartir contigo esta práctica sencilla para que puedas tener tu propia experiencia; que es lo único que importa. La maestría llega cuando bajamos de la teoría a la práctica y aplicamos en nuestra propia cotidianidad aquello que leemos, vemos o escuchamos. El aprendizaje pasa por la experimentación, y la integración, por el sentir.
Allá vamos. Busca un lugar tranquilo. Siéntate en una silla, con la planta de los pies bien apoyada en el suelo y la espalda recta. Haz un par de respiraciones profundas, inhala por la nariz y exhala lentamente por la boca. Imagina raíces profundas que crecen desde la planta de tus pies hacia el centro de la tierra. Y un hilo dorado que sale de tu coronilla hacia el cielo y te conecta con la fuerza cósmica del Universo.
Ahora lleva tu atención a tu abdomen y mantente en la observación del movimiento que hace brotar tu respiración natural, ves más y más profundo con tu atención.
Y comienza a sentir el campo energético interno de tu cuerpo: NO PIENSES EN ÉL, SIÉNTELO.
Cuando llevamos nuestra atención al cuerpo, desligamos de la mente. Es importante que te mantengas con el foco en las sensaciones corporales, y con tu intención en el propósito: entrar en contacto con la energía dentro de ti, en tu cuerpo.
Y cuando te das el permiso y te entregas a la práctica, con curiosidad y sin expectativas, acontece la experiencia única que precisas vivir. Yo te puedo contar la mía, tal vez sea para ti una guía, toma lo que te sirva y deja el resto.
“Cuando comienzo a descender a lo profundo, es como si fuera penetrando capas hacia dentro, hasta que llega un momento de vacío infinito, donde puedo sentir el cuerpo todo como uno, un campo unificado, que a la vez se funde con todo. La idea de los límites del cuerpo desaparece y siento la expansión infinita de mi cuerpo interno. Es una sensación de estar flotando, al tiempo que hay presencia en mi existencia corpórea, es como si se diluyera la separación entre yo y mi cuerpo, y en ese espacio siento en lo profundo mi Ser.
Todo se llena de Paz y de Luz y percibo mi cuerpo físico en total relajación, como una delicada levedad, que sutilmente sustenta la conexión entre dimensiones. Y en ese reino de armonía pura me nutro, encuentro cura, voy recordando, siento mi esencia.”
Después toca volver despacio a la consciencia del cuerpo físico, de la respiración y de los sentidos. Y te propongo que una vez abras los ojos al espacio compartido que es la vida, te permitas unos instantes de contemplación amorosa, de observación meditativa del entorno en el que te encuentras; hazlo desde el vacío mental, tal vez te sorprenda una nueva visión de tu realidad.
Si te brota compartir tu experiencia, sería maravilloso. Nos nutrimos e inspiramos mutuamente en la danza que es vivir-nos en relación. Te leo en comentarios.
Un abrazo danzante,