Ningún sitio a dónde ir.
El regalo de vivir está aquí, en el presente.
Permanezco en quietud para apreciar la Gracia.
Inmensa totalidad la de este instante que ya es eterno.
Respiro la profundidad del espacio-tiempo que me envuelve.
Materialización del Vacío.
La Nada en sus múltiples expresiones, formas sintientes.
Y lo sutil que se impone. Todo lo abarca, todo lo abraza.
Como el árbol que sostiene mi espalda y la Tierra que acoge mi sexo,
entrada sagrada a un cuerpo que es canal, conexión directa
con la divinidad que atesora cada ser.
Y el sol que me baña, acaricia el rostro y penetra hasta mis células,
recargando mi sistema, programación que se actualiza, repleta de vida.
Insólito renacer el de cada día, a cada instante de Consciencia,
reconexión momentánea con lo eterno en nosotros.
Y la Naturaleza sabia, que nos muestra sus ciclos.
Me detengo en el brote nuevo que la planta exhibe sencillamente.
La Vida que se abre paso, ligera y espontáneamente, en su justo tiempo.
Y recuerdo cuando parí al hijo, fruto de mi carne, regalo divino;
siempre supe que su gestación era una bendición efímera, sin pertenencia.
Los hijos como la Vida tienen su propio discurrir.
Y nosotros invitados a permanecer en la escucha
con la disposición al gozo, celebración y agradecimiento.
Acoger cada situación, sabiendo que el Universo no tiene errores.
Hoy escribo para ti, que desde tu esencia me acoges en tu seno, esencial divinidad.
Y estas palabras que brotan del corazón, llegan directamente, en perfecta conexión,
a contactar con otros corazones, abiertos, dispuestos
a despertar de este sueño que aguarda calmo a ser trascendido.
Ilusiones que son velas, ruido que es distracción,
y nuestra misión de vida esperando como una flor,
se abrirá, se abre, se abrió,
en su precisión.
Confío en la común-acción para nuestra evolución conjunta,
entre-tejiendo las historias que se desvanecen
en el eterno instante de este presente que nos abraza.
Respiro. Respira. Así siento, puedo saber.
Un cálido abrazo,