Mi gato está ya felizmente conmigo.
Hay detalles que marcan la diferencia. A veces son cosas sencillas las que convierten en extraordinaria nuestra humana existencia.
Volví a España a buscar a mi gato. Sí, se había quedado atrás en el inicio de esta aventura porque cuando la visualicé en mi mente y en mi corazón, olvidé incluir su presencia.
Antes de iniciar rumbo, creé con todo lujo de detalles la nueva vida que quería vivir. Lo hice dentro de mí, en el silencio de mi hogar interno. Imaginando y sintiéndolo en lo profundo cómo sería vivir en Portugal; en realidad definí lo que quería en mi vida en esta nueva etapa, sabiendo que la vida es un lienzo en blanco que se nos brinda para ser pintado con todos los colores imaginables, especialmente con aquellos que vibran con nuestra esencia, con lo que nos hace feliz de ese modo sencillo que lo llena todo, sin esfuerzo, con fluidez.
Pues como te decía, cuando estaba a proyectar los detalles de la nueva vida que estoy iniciando aquí, olvidé incluir a mi gato en el guion de la obra que ahora ya se está representando en Portugal. No me di cuenta entonces, fue al llegar aquí. Lo había dejado atrás en ese soltar que se precisa para aligerar equipaje en los nuevos comienzos, en la confianza de que estaría bien con la nueva familia que ahora habita nuestro hogar; y yo me imaginé más liviana sin la responsabilidad de su cuidado.
Sin embargo, él quería venir conmigo, sí. Sin más expectativas. Sencillamente quería despertar cada mañana a mis pies y estar cerca, en esa proximidad del trasiego cotidiano. ¿Qué cómo me di cuenta? Se quedó esperándome en la puerta de la casa. A pesar de las invitaciones de los nuevos habitantes de la que había sido nuestra casa, él no volvió a entrar; permaneció fuera, en una espera paciente, durante días. Eso me hizo volver a por él; también mi corazón, que anhelaba su presencia gatuna. Ha dejado atrás su campo conocido, su territorio, a los colegas callejeros y, sin embargo, luce feliz en nuestra nueva casa. No parece necesitar nada más. Así de claro.
Y yo más tranquila ahora y sobre todo agradecida por estas lecciones que me brinda mi maestro gatuno. En esta ocasión, además, me ha dado la oportunidad de incluir nuevos colores en el cuadro de mi vida; un lienzo siempre disponible y abierto a la re-creación, sin miedo al cambio.
Y, tras esta experiencia, soy aún más consciente de que lo esencial con frecuencia se manifiesta a través de detalles, que pueden parecer pequeños y sutiles, pero que otorgan grandeza a nuestra existencia.
Me despido agradeciendo las infinitas posibilidades de “recalcular la ruta de nuestra vida”, para traer más consciencia y felicidad a nuestra hermosa existencia.
¡Qué hoy pintes tu día con bellos colores!