Ya estoy en Portugal. Sí, viviendo; amaneciendo y contemplando cada atardecer aquí.
Cuando estaba viniendo con mi coche, cual carromato-tetris, me sentía como una caracola en viaje hacia lo desconocido, aventurándome hacia una ‘nova Terra’ que sincrónicamente se abre para mí también ‘hacia el lejano Oeste’, como en las películas.
Desde que llegué hace apenas una semana, siento cada día como un verdadero lienzo en blanco. Todo es nuevo. Así como te lo digo. Dentro y fuera de mí, todo nuevo. Y en esta novedad, he decidido compartirme. Sí, ha llegado el momento de expresarme abierta y públicamente, con todo lo que brota dentro; es el momento de que la luz del sol ilumine mi mágico mundo interno para que se muestre en todo su esplendor.
El primer impulso que me brota es dar a conocer lo que hago, lo que amo hacer, la que se ha convertido en mi carrera profesional desde hace un par de años, en este reinventarme continuo. Hablo de mi bendita labor de acompañamiento que me permite poner mis dones y talentos al servicio del mundo, del nuevo, del que estamos a co-crear cada día, con nuestras acciones, pensamientos, emociones, gestos y entregas. Así nace “Vivir en Plenitud con Almu” como uno de mis propósitos de expansión en esta nueva vida que he elegido consciente y felizmente.
El otro anhelo del alma que hoy quiero compartir contigo es mi decisión de entregar al viento mis palabras, las que brotan de mi alma danzante, cual semillas co-creadoras en vuelo libre que son inspiración en tiempo presente.
Y en este compartir-me, al que me invita hoy el Viento Solar Blanco (según el Tzolkin o Calendario Sagrado Maya), quiero hacerte una confesión. A veces la perfección me paraliza. Y me quedo atrapada en la exigencia interna, que no me permite Ser, naturalmente, desde mi esencia. Y cuando consigo darme cuenta, en ese feliz instante de conciencia, puedo ver el origen de la parálisis y comienza a abrirse ya una posible salida.
Como te contaba, desde que llegué a Portugal me despierto con la intención de compartir-me con el mundo y aún no he conseguido dar ese primer paso de mostrarme a través de las redes sociales. Se me antojan un nuevo desafío, pues apenas tengo experiencia en este mundo.
Aunque sí tengo toda la experiencia en el propio, en mi mundo interno. Y esto es mucho ya. Me di cuenta ayer gracias a mi compañero que me regaló una frase que aún resuena en mi corazón. “Sé tu misma”. También en las redes sociales. Ahí encontré la llave maestra para esta nueva aventura.
Ser yo misma, siempre.
Hablar desde el corazón; escribir con las palabras del alma.
Confiar y dejar ir los pensamientos que cuestionan, que limitan mi natural expresión.
Danzarme alegre para llamar al movimiento esencial que me conecta contigo a través de la conexión conmigo.
Y así dejo ir la exigencia.
Y así llega la ligereza.
Y así brotaron estas palabras y me sentí liviana. Y hoy sonrío a este nuevo día con el viento a favor que me ayuda en mi común-acción, y lo celebro especialmente contigo.
Gracias por ser tú, te abrazo.