Se me antoja difícil esta convivencia y al tiempo doy fe de que es posible. Me siento en una etapa de gran plenitud y estoy experimentando momentos de miedo profundo.
Es una sensación irracional claro, que nace en las tripas y se alimenta de pensamientos ya programados, antiguos, inconscientes, casi me atrevería a decir a veces hasta colectivos.
Y aquí estoy mirando al miedo desde el amor. Un Amor que en lo profundo de mi Ser se manifiesta tranquilo, a pesar de que garabateo estas líneas en la madrugada.
Hace tiempo que aprendí a mirar el miedo como a un gran aliado. Cuando aparece es señal inequívoca, me muestra el camino en el que sin duda encontraré crecimiento.
Así una vez más estoy parada, en esa pausa que me permite respirar profundo y mirar de frente. Y puedo sentir hondamente mi fragilidad. Esta vez incluso me atreví a compartir mi vulnerabilidad. Y eso me hace más fuerte, sin duda. Porque al expresar mi miedo, estoy permitiendo que se libere, está siendo escuchado. El mensaje puede ser entregado con éxito. Y esta es la misión siempre, allí donde ahí miedo algo está pulsando por expresarse.
¿Qué mensaje tienes para mí? Le pregunto decidida al miedo y me llega la respuesta que es desafío, oportunidad de un nuevo salto consciente.
Quizá me habrás oído decir que entiendo la vida en una dualidad que se manifiesta en dos polaridades: Amor y Miedo. Por eso es tan importante para mí identificar el miedo, darme cuenta de dónde no se está expresando el Amor, la Verdad profunda, la esencia que somos.
Y aquí entra mi guerrera en acción, dispuesta a abrazar con Amor, decidida a elegir (consciente de mi poder de creación) el camino que quiero vivir más allá del miedo, hablándole con firmeza, para transformar la historia conocida, tantas veces repetida. Y desde ese coraje que te brinda la consciencia, lograr otro final esta vez, más feliz y elegido, sanando la historia propia y compartida.
‘Vivir sin miedo’ esa es la verdadera libertad para mí y el objetivo se convierte en misión especial que se despliega cada día y, a veces, como hoy también en el turno de noche.
Y entonces hace acto de presencia la plenitud, y puedo sentir la paz en lo profundo, en esa quietud que acompaña a la tormenta. Una lucecita dentro comienza a aumentar su brillo y con la calma de lo verdadero alumbra las sombras que alimentaban el miedo, que atraían la sensación de vértigo, y la oscuridad iluminada enflaquece, ya no asusta, el sueño que era pesadilla se desvanece con los primeros rayos de este día.
¡Feliz despertar! Yo vuelvo a la cama a esperar el alba mientras apuro un poco más el tiempo de descanso.