Llega siempre, cada cierto tiempo. Es necesario. Yo diría imprescindible. A mí me sirve mucho hacer un alto en el camino para contemplar el recorrido que ya he transitado.
Lo hago también en mis acompañamientos, claro. Hay un momento del proceso en el que toca pararse a “reconocer” lo que ya está en ti, lo que has ido atesorando en tu caminar. Te detienes para mirarte mejor, para reconocer que ya tienes mucho logrado y poner en valor el ‘haber’ propio, eso que está dentro, y que al ser visto luce con más brillo.
Ya sabes que Vivir en Plenitud con Almu ha estrenado recientemente su espacio web. Ha sido un verdadero parto. 9 meses de gestación con momentos delicados, procesos más fluidos y algunos bloqueos, también mágicas sincronías.
Si has vivido un embarazo propio o de alguien cercano, sabes de lo que te hablo. Para que me entiendas, me siento ahora en el momento del posparto. Y aquí me sucede que hay tanto que atender que a veces pierdo el foco de lo verdaderamente importante. Por eso me paré a mirar atrás, lo vivido, lo que ya está en mí. Y me sorprendí al darme cuenta de los años de experiencia, tantos aprendizajes integrados en este tiempo de madre de un hijo precioso que lleva más de una década en esta vida. Y en el reconocimiento de esa condición de madre experimentada, pude respirar profundo y sentir de nuevo la confianza en mí. En ese saber interno que no necesita explicación, ni justificación alguna.
Este ha sido mi alto en el camino hoy. Reconocerme en mi experiencia propia, validarme en mi condición única. Permitirme mirar los aprendizajes que ya están integrados y fortalecer la confianza en el plan divino de nuestra existencia, porque aquí también tengo una dilatada experiencia. Me refiero al hecho, en mi caso muchas veces comprobado, de que la vida nos apoya siempre en nuestros propósitos, cuando están alineados con el corazón, cuando nacen de lo profundo, en coherencia con nuestra esencia.
Cuando acompaño un proceso de coaching adoro ese momento del viaje en el que me detengo con la persona a contemplar su recorrido, a reconocer los logros, a agradecer todo lo que ya está ahí. Es el tiempo también de cultivar juntas esa mirada que permite ver la botella siempre ‘medio llena’. Aunque de esto mejor hablamos en otro momento más en profundidad, lo merece porque es una práctica muy poderosa también. Recibe hoy un abrazo de maga,