Llegó a mi vida en forma de aliento.
Eran días de respiración entrecortada.
Y me ayudó a recordar la belleza del suspiro,
el alivio que ofrece el suspiro amplio, confiado.
Ella es respiración en movimiento.
Un latido que abraza y acompaña.
Experiencia en estado puro.
Acogedora y sutil sencillez elevada.
Entre encinas y alcornoques, robles y jaras,
recorrimos senderos antes no transitados;
nos adentramos en nuevos mundos,
para descubrir la belleza del instante presente.
Risas y llantos, intensidad y calma.
Labor y ocio, siempre gozo.
Todo nos fue dado, regalado,
para esta ‘gozadera’ que es la Vida.
Esto lo aprendí con ella,
ahora lo rescato para hacer más liviano el tránsito.